pudiera desearse. Este hombre fue el nunca bastante censurado Juan Tetzel, nacido en Leipzig, y fraile de la Orden de los Dominicos en el convento de Pirna; hombre atrevido y dado a torpes concupiscencias; el cual ya anteriormente, por adulterio y por su conducta licenciosa, había sido condenado a morir ahogado en un saco; y sólo por la intercesión de una ilustre dama había salvado la vida. Este hombre degradó hasta lo sumo la práctica de las indulgencias (que ya de suyo constituía una irrisión de
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